Comentario: El fentanilo no es todo el problema
Por: Kamille Díaz
En Puerto Rico, cientos de personas mueren al año por intoxicación ⎯o envenenamiento⎯ por causa del fentanilo, pero, la falta de datos específicos por parte de las agencias públicas y gubernamentales acerca del opioide revela la insuficiencia de estas para defender a los puertorriqueños.
Para empezar, según las Colecciones de Datos de la Administración de Servicios de Salud Mental y Contra la Adicción (ASSMCA) provistas por el Instituto de Ciencias Forenses (ICF), para el 2022 murieron 606 personas a causa del fentanilo mientras que, en el 2023, fallecieron 302. Sin embargo, en respuesta a un correo electrónico en el que solicitaba información estadística acerca de intoxicaciones o muertes por fentanilo durante los últimos diez años, el Departamento de Salud informó que actualmente no tiene detalles de resultados de fentanilo y que están trabajando para que, junto al ICF, puedan tener detalles de los resultados de las toxicologías y poder ser específicos en las sustancias. Estas agencias públicas, que deberían ser fuentes de información legítimas y coherentes, me hacen dudar de su profesionalismo y su deber de proteger y servir al pueblo puertorriqueño. De hecho, me hace cuestionar si verdaderamente lo están haciendo. La escasez e incoherencia de datos presenta las negligencias de estas instituciones al atender los desafíos acerca del fentanilo. Por otra parte, Elba Guzmán, Consejera Profesional de la Universidad de Puerto Rico en Arecibo, relató que el policía que investigó el fallecimiento de su hijo a causa del opioide, le informó que desde el 2016 el fentanilo había llegado a la isla, lo que también me hace preguntar cómo es posible que no haya datos específicos y consistentes de los efectos devastadores de una droga que está causando estragos en cientos de vidas y familias puertorriqueñas desde hace años. Dicha información, aunque muchos no lo crean, es relevante y de valor noticioso para el país, pues concierne al pueblo, quienes son nuestros familiares y amigos.
Además, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), el fentanilo es un opioide sintético que es hasta cincuenta veces más fuerte que la heroína y cien veces más fuerte que la morfina. De acuerdo con la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) y Tony Velázquez, Portavoz de la División del Caribe de la agencia federal, los narcotraficantes utilizan el fentanilo para mezclarlo con otras drogas debido a su potencia y costo efectividad. Es decir, como destacó Guzmán en el reportaje, lo utilizan para alterar otras sustancias ilícitas porque su manufacturación es más fácil, más rápida y sus efectos son más fuertes, lo que les permite obtener más ganancias y, a su vez, desgraciadamente destruir más vidas. Considero que este tipo de narcotráfico es mucho más peligroso que los antes vistos, pues quien redistribuye las drogas en diferentes lugares y quien las consume, tiene absoluto desconocimiento que la sustancia que hay allí es hasta cien veces más mortífera de lo que cree. Además, creo que, con los datos provistos por la DEA, tanto el ICF como el Departamento de Salud y otras agencias, deben responder a estas alarmas y combatir con todos sus recursos disponibles la crisis de fentanilo y otros opioides que amenazan la vida, la salud y el bienestar de los puertorriqueños.
En resumen, las muertes por fentanilo no son solo cifras o un número estadístico que evidencian la crisis en Puerto Rico, sino que significan partidas dolorosas para los familiares y conocidos de las víctimas. Si la crisis no se procura con la urgencia que amerita, tal vez en los próximos años las cifras no sean cientos, sino miles. O tal vez no sean miles, sino nombres de seres queridos. Es por eso que el IFC y el Departamento de Salud, deben reordenar sus prioridades y colocar en primer lugar al pueblo puertorriqueño. El deber de las agencias públicas o gubernamentales no es disminuir una cifra, sino cuidar y proteger a cada uno de los niños, jóvenes, adultos y ancianos de Puerto Rico.


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